QUÍTATE DE CURA!!
Menudo disgusto se llevaron mis padres el día en que mi hermano Dani dijo que se metía a cura, además lo dijo así, tal cual; aprovechó que estábamos toda la familia reunida en la típica comida navideña de hace dos años y dijo: “Familia, me meto a cura”. Y siguió comiéndose el cordero asado como si no le importara el silencio que se creó a su alrededor. Estaba algo pensativo, tipo: “Bueno, ya lo he soltao”, pero eso fue todo. Al cabo de un rato de catatonia colectiva, y como nadie añadía nada a la barrabasada que acababa de decir Dani, seguimos comiendo en silencio.
Intenté un acercamiento a mis demás hermanos pero unos no reaccionaban, otros me rehuían la mirada, y Antonio sólo me dijo: “Cada uno…”. Reacción normal, en mi familia: nadie opina sobre lo que hacen los demás excepto mis padres, Ramón y yo.
Después de la comida supongo que mis padres tuvieron una conversación en plan: “Hijo, tú sabes dónde te estás metiendo?”, pero si tuvo lugar fue en privado, porque lo único de lo que yo tengo constancia fue de que mi madre no pudo hacer la cena porque le dio un vahído, así que tuve que cocinar yo para catorce (incluidos mis abuelos), con la única ayuda de Ramón, que no paraba de llorar de la risa por lo de Dani. Al final me lo contagió y tuvimos que cerrar la puerta de la cocina para que nadie se enterara del humor con el que nos estábamos tomando la drástica decisión de nuestro hermano. La culpa de todo fue de mi pregunta: “Bueno, y este Dani, a qué juega?”.
Lo cierto es que a todos nos sorprendió que mi hermano decidiera llevar su fe hasta el límite. La elección de Dani de entrar en La Casa de Dios se remontaba a una serie de acontecimientos que habían ocurrido años atrás. En COU se echó un amigo que tenía rastas, fumaba porros y escuchaba reggae y empezó a hacer como él (menos lo de los rastas). Luego decidió que estudiaba Filosofía y se metió en una ONG. Ahí fue cuando empezó a hablar como una secta, por dios!. Estaba tan místico que le faltaba un palmo para levitar!. Yo por esa época era grunge y lo único que me importaba era que Kurt Cobain estaba muerto, así que por eso creo que tengo un poco de manía a los jipis (Cállate hippy!). Más tarde Dani empezó a dedicar sus veranos a marcharse a Africa, India, a ayudar a los necesitados, como cooperante, y cuando terminó la carrera, como no encontraba trabajo de lo suyo se fue a Ruanda y estuvo allí cuatro años. Cuando volvió aquella Navidad a casa, fue para darnos la buena nueva.
Lo que más molestó a mis padres creo que fue el hecho de que nos habían llevado a un colegio laico para que El Señor no fuera digno de entrar en nuestra casa. Me temo que no escucharon La Palabra de Dios.
Dani en la actualidad tiene treinta años y es párroco en Teruel, pero me voy a guardar el nombre del pueblo donde ejerce, por si a alguien se le ocurre ir a hacerle visita para chivarse de mi opinión sobre él, porque lo único que quiero es que cuelgue los hábitos!!..
Intenté un acercamiento a mis demás hermanos pero unos no reaccionaban, otros me rehuían la mirada, y Antonio sólo me dijo: “Cada uno…”. Reacción normal, en mi familia: nadie opina sobre lo que hacen los demás excepto mis padres, Ramón y yo.
Después de la comida supongo que mis padres tuvieron una conversación en plan: “Hijo, tú sabes dónde te estás metiendo?”, pero si tuvo lugar fue en privado, porque lo único de lo que yo tengo constancia fue de que mi madre no pudo hacer la cena porque le dio un vahído, así que tuve que cocinar yo para catorce (incluidos mis abuelos), con la única ayuda de Ramón, que no paraba de llorar de la risa por lo de Dani. Al final me lo contagió y tuvimos que cerrar la puerta de la cocina para que nadie se enterara del humor con el que nos estábamos tomando la drástica decisión de nuestro hermano. La culpa de todo fue de mi pregunta: “Bueno, y este Dani, a qué juega?”.
Lo cierto es que a todos nos sorprendió que mi hermano decidiera llevar su fe hasta el límite. La elección de Dani de entrar en La Casa de Dios se remontaba a una serie de acontecimientos que habían ocurrido años atrás. En COU se echó un amigo que tenía rastas, fumaba porros y escuchaba reggae y empezó a hacer como él (menos lo de los rastas). Luego decidió que estudiaba Filosofía y se metió en una ONG. Ahí fue cuando empezó a hablar como una secta, por dios!. Estaba tan místico que le faltaba un palmo para levitar!. Yo por esa época era grunge y lo único que me importaba era que Kurt Cobain estaba muerto, así que por eso creo que tengo un poco de manía a los jipis (Cállate hippy!). Más tarde Dani empezó a dedicar sus veranos a marcharse a Africa, India, a ayudar a los necesitados, como cooperante, y cuando terminó la carrera, como no encontraba trabajo de lo suyo se fue a Ruanda y estuvo allí cuatro años. Cuando volvió aquella Navidad a casa, fue para darnos la buena nueva.
Lo que más molestó a mis padres creo que fue el hecho de que nos habían llevado a un colegio laico para que El Señor no fuera digno de entrar en nuestra casa. Me temo que no escucharon La Palabra de Dios.
Dani en la actualidad tiene treinta años y es párroco en Teruel, pero me voy a guardar el nombre del pueblo donde ejerce, por si a alguien se le ocurre ir a hacerle visita para chivarse de mi opinión sobre él, porque lo único que quiero es que cuelgue los hábitos!!..