QUE TÓ LOS MALES SEAN ESOS

Tirma, Bárbara Alessandro y yo. Los cuatro pidiéndonos una coca-cola un jueves a la una de la mañana en el Bar Oscar de la Plaza de Sto. Domingo. Veníamos de ver el corto de Nacho y otros tres más en Capitol.
Y nos sentamos en una de las mesas. Detrás de nosotros, sentada una pareja de personas de ésas que ya no tienen edad para decir que son novios y por eso dicen que son compañeros sentimentales. No estaban exactamente uno enfrente del otro, sino en diagonal. Ella rubia platino. Él rojo, del alcohol, supongo. Estaban a punto de empezar a cenar…a la una de la mañana.
Desde mi sitio no controlaba la situación, porque estaba de espaldas a ellos, así que aproveché que el camarero les llevó la ensalada a la mesa para girarme descaradamente y comprobar que la situación era muy rara. Y si, era rara porque era una ensalada gigante, como para trece personas, con lechuga y cebolla. ¿Quién quiere una ensalada de lechuga y cebolla…?.
Tirma, Bárbara, Alessandro y yo seguimos a lo nuestro y de repente me volví a girar y vi que el hombre de la cara roja se estaba metiendo un bistecazo entre pecho y espalda a la una de la mañana. Y eso me dio mucho qué pensar.
En otro corto que no era el de Nacho, y dirigido por una mujer, salían tres hombres hablando seriamente mal a sus parejas. Uno de ellos, el que más asco me dio, hablaba de su pasión por el sado indirectamente con su pareja, en un restaurante, mientras se comía un bistecazo.
3 Comments:
Pues sí, pues sí.
Sirva este comment como acto de presencia.
Sirva este filete como acto de escrupulosidad, qué bueno verle, maican!
he dicho
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