JAVIEEER TRIPLE E
Javier Ampudia empezó a estudiar Imagen el mismo año y en la misma facultad que yo, pero no se percató de mi existencia ni yo de la suya hasta el último año. Siempre estuvimos en turnos distintos hasta que en 5º por cuestiones que prefiero no recordar, me vi obligada a matricularme en el turno de tarde.
Lo cierto es que al principio me daba un sopor tremendo tener que ir a clase por la tarde, pero después empecé a darme cuenta de que era mejor que la mañana. Seguramente la razón era porque la gente participaba más en clase y porque mis nuevos compañeros molaban.
Pero Javi no era de esos que hacía comentarios en alto. a él le gustaba cuchichear, no cogía apuntes y luego se los tenías que dejar para los exámenes, le gustaba mucho enredar. Javi es característico por sus gafas de pasta negras, su sonrisa permanente y su cara simpática, además de una facilidad tremenda para gastar bromas y hacer comentarios jocosos, menos en clase de Antonio, que era imposible. Evidentemente no es cómodo tener sentado a tu lado a una persona así porque un día el profesor se harta y te echa, aunque estés en la universidad, un día te echan de clase…y nos echaron.
Por esas fechas Javi y yo aún no éramos muy-muy amigos, pero como yo conocía bastante a Jan y Angel y él se sentaba con ellos, nos pasábamos bastantes clases los cuatro intentando esconder la cabeza debajo de la mesa porque nos poníamos rojos de la risa con las ocurrencias de Javi.
Aquel día yo estaba intentando concentrarme en tomar apuntes porque se acercaban los exámenes de febrero y le dije un par de veces a Javi que estuviera en silencio porque al final nos pillaba el toro y suspendíamos Radio y Televisión Informativos, y encima con el sustituto. Pero él, haciendo caso omiso, dijo: “Estamos haciendo el paripé estando en esta clase, vámonos a la cafetería”, y Angel: “El paripé es lo que está haciendo el profesor, nosotros estamos haciendo el primo”. Nos dio el ataque de risa más explosivo e inocultable que uno pueda imaginar, y claro, el profesor se dio cuenta, se encendió del todo y nos echó, pero sólo a Javi y a mi, y nos dijo que cómo se podía faltar así al respeto y que nos iba a ir fatal en la vida.
Lo cierto es que tan fatal no nos está yendo, sobre todo a Javi, que sacó el número uno en unas Oposiciones y la semana pasada se marchó a ocupar su plaza en Gijón.
Tuve la oportunidad de conocer más a Javi cuando en 5º y después de terminar la facultad se convirtió en un ritual reunirnos todos los de clase los viernes y los sábados. Él siguió desarrollando su habilidad para decir cosas que tienen mucha gracia. Cuando aparecía en cualquier bar, todos exclamábamos: “Javieeer, Javieeer” y sonreía, incluso cuando uno de los empleados del Corripio le echaba la basura encima de los pies con la escoba como diciendo “queremos cerrar YA”. Practicó aquello de murmurar nada en una discoteca con la música muy alta, para que le preguntaras cien veces: “Qué estás diciendo, Javi, que no te entiendo?”. Fingió mil veces que le llamaban al móvil y después de una breve conversación con nadie, te lo pasaba: “Es para ti”. Bailaba exorcizado “Caramelos podridos” de Los Ilegales, si, la de: “Soy un borracho, soy un bo-rra-cho”. Y sobre todo inventó una nueva acción: “Hacer un Javi”, que consiste en, a cierta hora de la noche, cuando uno tiene ganas de irse a casa y no quiere que los demás le digan que se quede, se despide sólo de una persona y desaparece discretamente. El efecto que consigue es que transcurrida media hora, todo el mundo se pregunta: “¿Y Javi, dónde está?”, de repente alguien dice: “Pero si se ha marchado hace media hora”. Es perfecto porque en el momento no puedes reprocharle que se haya ido sin decir adiós, y al día siguiente seguro que no te acuerdas de que hizo un Javi.
Pues querido, no me pude despedir de ti, no te pude dar un abrazo y desearte que te vaya regular para que vuelvas pronto, y todo porque habíais quedado en Lavapies para tomar algo y sabes que yo no puedo ir a ese barrio por cierta cosa que me ocurrió un día.
Ahora que eres funcionario, por favor no te compres un puto perro ni te conviertas en un profesional. Que te vaya muy bien Javi, eres un fenómeno.
Lo cierto es que al principio me daba un sopor tremendo tener que ir a clase por la tarde, pero después empecé a darme cuenta de que era mejor que la mañana. Seguramente la razón era porque la gente participaba más en clase y porque mis nuevos compañeros molaban.
Pero Javi no era de esos que hacía comentarios en alto. a él le gustaba cuchichear, no cogía apuntes y luego se los tenías que dejar para los exámenes, le gustaba mucho enredar. Javi es característico por sus gafas de pasta negras, su sonrisa permanente y su cara simpática, además de una facilidad tremenda para gastar bromas y hacer comentarios jocosos, menos en clase de Antonio, que era imposible. Evidentemente no es cómodo tener sentado a tu lado a una persona así porque un día el profesor se harta y te echa, aunque estés en la universidad, un día te echan de clase…y nos echaron.
Por esas fechas Javi y yo aún no éramos muy-muy amigos, pero como yo conocía bastante a Jan y Angel y él se sentaba con ellos, nos pasábamos bastantes clases los cuatro intentando esconder la cabeza debajo de la mesa porque nos poníamos rojos de la risa con las ocurrencias de Javi.
Aquel día yo estaba intentando concentrarme en tomar apuntes porque se acercaban los exámenes de febrero y le dije un par de veces a Javi que estuviera en silencio porque al final nos pillaba el toro y suspendíamos Radio y Televisión Informativos, y encima con el sustituto. Pero él, haciendo caso omiso, dijo: “Estamos haciendo el paripé estando en esta clase, vámonos a la cafetería”, y Angel: “El paripé es lo que está haciendo el profesor, nosotros estamos haciendo el primo”. Nos dio el ataque de risa más explosivo e inocultable que uno pueda imaginar, y claro, el profesor se dio cuenta, se encendió del todo y nos echó, pero sólo a Javi y a mi, y nos dijo que cómo se podía faltar así al respeto y que nos iba a ir fatal en la vida.
Lo cierto es que tan fatal no nos está yendo, sobre todo a Javi, que sacó el número uno en unas Oposiciones y la semana pasada se marchó a ocupar su plaza en Gijón.
Tuve la oportunidad de conocer más a Javi cuando en 5º y después de terminar la facultad se convirtió en un ritual reunirnos todos los de clase los viernes y los sábados. Él siguió desarrollando su habilidad para decir cosas que tienen mucha gracia. Cuando aparecía en cualquier bar, todos exclamábamos: “Javieeer, Javieeer” y sonreía, incluso cuando uno de los empleados del Corripio le echaba la basura encima de los pies con la escoba como diciendo “queremos cerrar YA”. Practicó aquello de murmurar nada en una discoteca con la música muy alta, para que le preguntaras cien veces: “Qué estás diciendo, Javi, que no te entiendo?”. Fingió mil veces que le llamaban al móvil y después de una breve conversación con nadie, te lo pasaba: “Es para ti”. Bailaba exorcizado “Caramelos podridos” de Los Ilegales, si, la de: “Soy un borracho, soy un bo-rra-cho”. Y sobre todo inventó una nueva acción: “Hacer un Javi”, que consiste en, a cierta hora de la noche, cuando uno tiene ganas de irse a casa y no quiere que los demás le digan que se quede, se despide sólo de una persona y desaparece discretamente. El efecto que consigue es que transcurrida media hora, todo el mundo se pregunta: “¿Y Javi, dónde está?”, de repente alguien dice: “Pero si se ha marchado hace media hora”. Es perfecto porque en el momento no puedes reprocharle que se haya ido sin decir adiós, y al día siguiente seguro que no te acuerdas de que hizo un Javi.
Pues querido, no me pude despedir de ti, no te pude dar un abrazo y desearte que te vaya regular para que vuelvas pronto, y todo porque habíais quedado en Lavapies para tomar algo y sabes que yo no puedo ir a ese barrio por cierta cosa que me ocurrió un día.
Ahora que eres funcionario, por favor no te compres un puto perro ni te conviertas en un profesional. Que te vaya muy bien Javi, eres un fenómeno.
9 Comments:
jeje
Lo del paripé y el primo está muy bien. No conocía esa historia.
Yo tampoco, es buenísima! Aunque: "...empecé a darme cuenta de que era mejor que la mañana. Seguramente la razón era porque la gente participaba más en clase y porque mis nuevos compañeros molaban." Esto ya no me ha hecho tanta gracia. Mala, mas que mala!!
Gabrielita
En fin, un poco más de autocompasión en nuestros blogues. Y no va por Ampu, que lo de hacer un Javi se parece mucho a lo de haer un Gonsi
Gabrielita perdóóóóóóón!!!. Sólo dije que molaban, pero nunca quise decir que molaran más que los de la mañana, por dios!!!.
Yo definiría hacer un gonsi como intentar penetrarme con el mástil de su bajo a mi, único elemento femenino de los punsetes...!
J.: en este relato queda probada la eficacia de Angel para explicar términos setenteros con palabras del siglo 21.
Ojalá hacer un gonsi tuviera que ver con penetrar....
Ale ya tienes tu post dedicado, síiiiii, nenita, síiiiiiiiii
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